caminé rumbo al final de aquel corredor oscuro
sabiendo que a la orilla, habría una orilla.
en ella encontré la luz clara, ciega,
que me mostró otra orilla,
por sus eslabones bajé.
y supe que de allí no desearía volver.
lo vi allí sentado
a solas
en su soledad muchas cosas leí
y en su pequeña mano sentí
que mi soledad no era más mía.
por más verde que todo fuera
por más mío que él fuera,
él allí no era él...
y con pesar me dejé volver
por que si allá me quedara
él aquí, no sería él...
Luciana O.
Me gusta el vaivén de tus palabras, enlazándose unas con otras para crear esta telaraña alada de gotas brillantes que vibra en cada sonido salido del universo latiente de tu corazón.
ResponderExcluirgracias Van por las palabras, no sé pero de sentimientos hablo mejor en mi idioma, en el nuestro.
ResponderExcluirgracias